El miedo es Macri, por Eduardo Aliverti

Ni siquiera hubiera hecho falta que dos íconos de “los mercados”, como Bloomberg y
Guillermo Calvo, aparecieran para precisar lo dramático del cuadro argentino.
La compañía estadounidense señaló que Argentina es la economía emergente más
vulnerable del mundo. Y el economista, entre otras delicias, dijo que el riesgo de default
es muy importante, que el FMI descubrió estar negociando con gente incompetente y
que un Gobierno con Cristina puede ser más creíble que el de Macri.

Previo a eso, con igual ninguneo de los grandes medios, las propias cifras oficiales
presentaron el aumento del delito en la provincia de Buenos Aires. Los robos se
incrementaron en un 63 por ciento; las estafas un 55,4; los secuestros un 50, y los
homicidios en ocasión de robo un 25. El Mundo Heidi.

Unas horas después se revelaron las conclusiones del encuentro de las agencias de
Vialidad, de todo el país, que avisan el deterioro de las rutas nacionales, la destrucción
de las provinciales y el grado mínimo de inversión.

Mientras la publicidad oficial centra su motor en la inauguración de obra pública, con
el pregón de que ya se terminaron 7600 kilómetros entre autopistas y rutas, es desde el
sitio Chequeado.com (insospechable de ser K y más bien todo lo contrario) donde se
desarma a esa charlatanería macrista: apenas se concluyeron menos de 500 km., y
cuentan como terminación haber puesto focos de luz, remover tierra, escenografías de
cartón.

También son cifras oficiales que la pérdida de empleo registrado es pavorosa. Y que
lo bárbaro que le va a “el campo”, siendo elegantes en la descripción, se nota más nada
que poco en los ingresos de la gran mayoría.

Pero supóngase que esos números atienden solamente a una faz desaprobatoria del
Gobierno. Es decir, sin contraparte propositiva.
En lo que es, hasta ahora, la oferta de campaña más concreta que se haya
escuchado, Alberto Fernández planteó el acceso a medicamentos gratuitos para
jubilados y pensionados.

El oficialismo se privó de cuestionar mayormente la propuesta del candidato. Quizá
haya sido porque, en caso de prenderse en acusaciones de demagogia, bebería de su
propia medicina al haber dejado trascender que, después de las primarias, propondría
incrementar el salario mínimo hasta en un 30 por ciento.

La Fundación Soberanía Sanitaria, hace pocos días, publicó un detallado informe
acerca del enorme poder de negociación que tiene el Estado nacional respecto del
precio de los medicamentos, a través de variadas herramientas.
En síntesis apretada:

 Compras centralizadas, que incluyen la demanda de PAMI y de los distintos
programas del (ex) Ministerio de Salud. Una medida de ese tipo tendría aun mayor
impacto si se incluyesen los requerimientos de las obras sociales nacionales y
provinciales, como IOMA. Compras conjuntas con otros países a través del Fondo Estratégico de la Oficina
Panamericana de la salud. A partir del cálculo de la necesidad anual, cada Estado
participante puede acceder a más de 200 medicamentos considerados estratégicos a
precios dramáticamente inferiores a los del mercado.

 Compra a laboratorios de gestión estatal, siendo que el Estado cuenta con la
agencia (ANLAP) que nuclea a todos los laboratorios de producción pública de
medicamentos.

 Importación desde países como China e India, cuyos precios son sustancialmente
más bajos.

Si no fuera posible utilizar ninguna de esas herramientas, advierte el informe de la
FSS, sirve resaltar que el Estado nacional adquiere los medicamentos mediante
licitaciones públicas y montos (muy) inferiores al precio de venta al público.

Si se toma el presupuesto de PAMI de este año, garantizar el acceso gratuito a
medicamentos para los jubilados implicaría entre el 0,42% y el 23,36% del presupuesto
actual total. Simplemente, “se trata de una decisión política sobre priorización de
gasto”.

El informe de la FSS va en línea con las cifras que manejan los equipos técnicos de
Fernández. Pero, va de suyo, como es un acumulado numérico casi nadie se preocupa
por inquirir en ellas. Y en campaña electoral mucho menos, cuando debería suceder
justo lo contrario.

Ocurre el problema de que vivimos en el régimen universal de las emociones
inmediatas, lo cual es profundamente ideológico aunque no se lo reconozca como tal.
Como al fin y al cabo no se pierde nada, sería una gran contribución que, además de
apelar a estética y sentimientos, pudiera recurrirse a la solvencia técnica para respaldar
el conjunto de propuestas centrales.

¿Dónde está constatado que eso no sería capaz de emocionar o impactar, también,
desde una racionalidad bien explicada?

El caso de Fernández con los medicamentos gratuitos para los jubilados es un ítem
atractivo de campaña, pero requeriría ahondarlo con argumentos competentes para
exhibir que lo que no se puede -en mucho más que un solo ejemplo- es lo que la
derecha dice que no se debe.

Si tan convencida está… que lo demuestre, so pena de exponer fragilidad frente a las
pruebas sólidas de un frente opositor que se disponga a mostrarlas. Con, desde ya,
tanta creatividad como rigor expositivo. Esos dos conceptos no tienen por qué ser
antagónicos.

Fernández viene de dos excelentes desempeños durante entrevistas periodísticas en
territorio decididamente hostil. Demuestra que en los mano a mano es un polemista
punzante. Un tipo que tiene calle, además de experiencia política, y difícil de agarrar en
orsái cuando dispone del retruque. Pero la trascendencia de esas tenidas llega a un
mundo politizado que ya decidió su voto. Son acciones del talento individual más que el
producto de la elaboración de juego.

Un segundo plano es la campaña cara a cara, casa a casa, sobre la que, aunque
quede lejos de las luces mediáticas, hay datos de buen trabajo militante.
La comunicación publicitaria, el tercer plano, es otra cosa. Ahí se concentran los
alcances hacia el público masivo, donde están las voluntades del sector de indecisos
que -según todos los indicadores- definirán el resultado electoral.

Esa franja se corresponde con porciones de clase media de las grandes ciudades. El
taladro del odio, y del miedo a retornar a un pasado en que el bolsillo estaba
objetivamente muchísimo mejor, pareciera todavía competir en buenas condiciones a
pesar del desastre macrista.

Enfrentar al miedo ése, siempre en opinión personal y nunca como advertencia
inapelable, necesita aquello de que el ingenio en la comunicación articule con firmeza
argumental.

Los cambiemitas meten el miedo porque lo ejercitan con la propaganda de que votar
a la oposición sería un salto al vacío.
En verdad, asomarse al precipicio es pensar por unos segundos qué escenario
económico-social, sindical, callejero, represivo, cabe imaginarse con Macri otros cuatro
años como presidente. ¿De qué manera podría gobernar?

¿Esa pesadilla no es acaso enormemente más grande que preocuparse por las
diferencias entre los grupos y figuras de las vertientes del peronismo, como si en algún
lugar del mundo no existiesen halcones y palomas dentro de la misma fuerza?
Así fuere que esa pregunta se quitara, permanece que conquistar a los dichosos
indecisos no se lograría, únicamente, gracias a letras y gestos modositos. Se puede ser
más o menos templado en las formas, distribuyéndolas entre ambos Fernández (que
para eso se unieron, vamos), y a la vez ser inexorables en la demostración de la salida
al macrismo.

Pindonga y Cuchuflito, como diagnóstico, no son antitéticos respecto de mostrarle a
lo aspiracional de una clase media desvencijada que otro país es posible, sin caer en
chiquilinadas estrambóticas.

La oposición, entonces, debería presentar no sólo decisión política frente al titubeo de
los indiferentes. También, algunos números decisorios y la manera en que se revertirá
su aplicación. Para reiterar una cita del colega Martín Rodríguez, no son indiferentes a
los que les pasa sino a las soluciones que se les ofrecen.

El corsé de lo que no se puede ni debe es el respirador que aparenta mantener vivo
al macrismo. Al miedo que pregona. A los fantasmas que inventa.
Uno de los imperativos opositores sigue siendo desarmar con inteligencia al
publicismo de Ex Cambiemos, que no está en esa calle a la que no pueden asomarse ni
en timbreos cuidadosamente preparados.
El miedo es Macri.
MARCA DE RADIO, sábado 27 de julio de 2019

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