Las tensiones cambiarias no menguaron, registrándose en mayo uno de los valores máximos de fuga de capitales: USD2.568 M. Hacia adelante, el perfil del endeudamiento se muestra insustentable, dejando a la próxima administración la pesada herencia de USD143.570 M de compromisos de capital e intereses en divisas a pagar hasta 2023.
La desastrosa trayectoria de la economía argentina en el marco del acuerdo con el FMI, tiene como una de sus explicaciones, los desatinos en el manejo de la política cambiaria. En un año, el fondo pasó de sostener desestabilzadoras políticas de libre flotación con su elevado costo de devaluación e inflación, a permitir el uso de sus fondos para financiar la fuga de capitales en el marco del año electoral (una política reñida con su propia carta constitutiva). Mientras tanto, los resultados del acuerdo fueron violando gran parte de las metas prefijadas, dando lugar a sucesivos waivers que las fueron flexibilizando. Aún así, el organismo amplió los fondos otorgados a la actual administración, comprometiendo más del 61% de su cartera de crédito tradicional en Argentina (cerca del 40% cuando se incluyen otras líneas no convencionales).
