El que sale caro es Macri por Eduardo Aliverti

Esta nota trata sobre ficciones en general y una en particular.
Algunos guiones se caen definitivamente o eso parece. Otros se mantienen. Otros se
recrean. Lo importante sería determinar cuáles son los capaces de influir en forma
decisoria, respecto de la lucha política. Quien tuviere respuesta para eso hallaría algo
así como la fórmula de la cuadratura del círculo. Uno no la tiene ni aspira a alcanzarla
pero, como siempre, vale la pena tratar de acertarle a las preguntas.

Claramente fue una ficción que pudieran eliminarse las primarias del 11 de agosto.
No daban ni los tiempos, ni el apoyo parlamentario. Ni siquiera, la voluntad de
miembros prominentes del propio entramado oficialista. No es que no lo desearan.
Sabían que el papelón hubiera sido monumental, pero no por el bochorno en sí sino
como reflejo de admitir una muy probable derrota… ¿por cuánto?

Hay coincidencia generalizada (analistas, consultores, “el mercado”, operadores) en
que una diferencia desde 5 a 6 puntos ya le sería difícil de remontar a la alianza
gobernante. Los votos de Sergio Massa, que hoy son incuantificables pero que en 2015
fueron decisivos hacia la segunda vuelta, ya no están en el macrismo. No, por lo
menos, en alguna proporción que pudiera cambiar rumbos a su favor.

Si las primarias le salen mal al oficialismo significaría que la esperanza cambiemita del
dólar quieto podría irse al demonio, con ello sería posible otra corrida financiera y,
carácter transitivo, quedaría afectado gravemente que en el balotaje se juntaran todos
contra la fórmula opositora.

En consecuencia, el globo de ensayo de anular las primarias no tenía sentido
probabilístico pero sí el de provocar decepción en torno de ellas porque contribuye al
discurso anti-política. Y la banalidad de ese discurso favorece a Casa Rosada. Sin
ninguna excepción. Allí donde haya un embroncado contra todos habrá un voto que
directo o funcional terminará en Macri, más temprano o más tarde.

También es ficcional lo caras que resultan esas PASO, apenas se compara su costo
con -entre tanta obscenidad macrista- la orgía de la timba financiera. Los intereses
registrados por los bancos desde que se lanzaron las Leliq, en octubre del año pasado
(ver artículo de Alfredo Zaiat, en Página/12, el domingo 16 de este mes), superan los
350 mil millones de pesos.

Es la artimaña para planchar la cotización del dólar, que no la única. Y algunos
colegas se preocupan por los cuatro mil millones y pico que sale “la encuesta” de
comienzos de agosto. Unos dos a tres días de Leliq. Maravilla.
Ficcional es además que no hay competencia, aunque sea cierto que no existe para
los puestos de repercusión masiva. Otro artículo del diario, de Sebastián Abrevaya el
miércoles pasado, lo dejó bien claro.

Hay disputa para dirimir cargos nacionales en 17 de las 24 provincias y Ex
Cambiemos es el frente que más compite entre sí. Casi el 90 por ciento de los distritos
provinciales que eligen senadores nacionales va a disputa interna. En territorio
bonaerense, nada menos, hay PASO en múltiples localidades. Y si querían ahorrar
recursos, lo mejor hubiese sido que las provincias gobernadas por radicales (Jujuy,
Mendoza, Corrientes) no desdoblaran su votación de la nacional.

¿Quién les pidió y/o aceptó que lo hicieran, consciente de que su imagen podía tirar
para abajo si figuraba el mismo día a cabeza de lista? El Presidente.
Quien sale caro es Macri, dicho en otras palabras dedicadas a lobbistas y tontos que
dijeron rebelarse contra lo oneroso de las primarias mientras “la gente” pasa penurias.
De la ficción Pichetto ya se habló en este espacio durante dos columnas consecutivas,
pero no pareciera estar de más la insistencia.

El senador fue presentado como un cerrajero casi perfecto para destrabar puertas
peronistas. No pudo abrir ninguna. El objetivo jamás fue ése, sino la construcción de
que los cambiemitas estaban dispuestos a ser amplios. El cierre de listas demostró ser
todo lo contrario: la “peronización” del Pro consistió en dejar afuera a cuanto peronista
converso anduviera por ahí.

Hubo asimismo la ficción de que Omar Perotti, el ganador justicialista santafesino,
podía llegar a ser prescindente en la pelea nacional. Invento puro, para que los
publicistas oficiales se entretuviesen varios días vendiendo al rafaelino como símil
electoral del cordobés Schiaretti.

El último hallazgo ficcional, además de la salvación “histórica” imbricada en el arreglo
regional con los europeos, es que ya hay interna entre los Fernández porque Alberto
articula con los gobernadores mientras Cristina sigue recorriendo el país con la
presentación de su libro, por las suyas, desprendida de la campaña propiamente dicha.
Es decir, exactamente lo que acordaron Fernández y Fernández.
Él tejiendo y ella elevada sobre el barro o el entablado de las tejedurías, que la
aburren como toda la vida. Pero no. Lo presentan como anticipo comprobado de
enfrentamientos o rispideces. ¿Los habrá?

Que nadie lo dude, pero en el presente es ficción.
La unidad opositora podrá estar en duda acerca de cómo se sigue con precisión
después de ganar. Pero no tiene incertidumbres acerca de lo prioritario de a quién debe
vencer entre agosto, octubre y tal vez noviembre.

Los enfrentamientos coyunturales en esa unidad (o unión, que por cierto no es lo
mismo) existen pero son de pagos chicos, de egos, de tensiones naturales a la
conflictividad de la política. Porque, y disculpas por una obviedad terminante: la política
es conflicto y de lo contrario no es nada. Su razón de ser es el conflicto.
El anverso es la paz de que no haya disputa y ésa sólo se la creen quienes juegan al
moralismo de la impolutez.

Como con la perorata de la antipolítica, los que apuestan a mostrarse asqueados
frente a contentos y heridos por, para el caso, el cierre de listas, también sirven a lo
modélico del macrismo: son todos iguales y, al final, Cristina impuso sus condiciones.
¿Por qué no habría de imponerlas (a algunas, no todas), si es quien tiene los votos y si
además -nada menos- ya tuvo el gesto de bajarse para mostrar amplitud electoral
efectivamente comprobable?

Pero no. Los medios del aparato cambiemita recargan sobre la CFK de siempre,
ladina, cínica, autoritaria, mientras enfrente resulta que amagaron con la anchura de
Pichetto para, al cabo, acostar a cualquier variable “pluralista”.
No sólo eso sino que, de tan republicanos que son, se la gastan bombeando a la
derecha de la derecha, José Luis Espert, porque saben que les saca votos. Eso no tiene
nada de ficción. Es objetivo. Sin embargo, la pérfida es Cristina.

Tampoco es ficcional que -mientras baja el consumo en todos los niveles sociales, con
caídas de hasta más del 17 por ciento en las ventas de supermercados y centros de
compra respecto del año pasado (cifras del Indec)- suene verosímil la imagen de un
Macri recuperado porque lleva unos meses de veranito financiero. Más la inflación en
descenso por vía recesiva.
Según cabe machacar, las necesidades populares pueden no estar en armonía con los
intereses.

Joden la vida de las mayorías o acumulado de pequeñas minorías, pero una parte
importante de esa suma podría volver a comprar(se) que el problema es correr el
peligro de ser Argenzuela.

P/D: Ya que hablamos de ficciones, de la construcción publicitaria oficial y del
marketing del acuerdo Mercosur-Unión Europea, que nunca atravesaría la aprobación
parlamentaria local entre otras extinciones del humo, no debe quedar afuera que Macri
logró sentarse durante un rato al lado de Donald Trump, en la cumbre del G-20, en
Japón.
Importantísimo.
MARCA DE RADIO, sábado 29 de junio de 2019

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