Más cuadernos, urgente. Por Eduardo Aliverti

En política, los absurdos suelen ser un grado extremo de los síntomas. Habrá quien
repare en que la afirmación corresponde a cualquier actividad o circunstancia de la vida
pero, en el mejor de los casos, espacios como estos están preparados para hablar de
eso. De política.

Esta semana se asistió a uno de los espectáculos más ridículos y degradantes que
pudieran esperarse del ejercicio democrático, aun sabiéndose de sus características de
fachada.
¿En cuál lógica puede caber la seriedad de un show que procuró darle rango de
importancia suprema a los allanamientos más anunciados de la historia, en propiedades
inmobiliarias de una ex presidenta a la que sólo un loco de remate o un enfermo de
odio no interpretarían como víctima de una persecución judicial atroz?
Cuanto más se supone que ya se cruzaron todos los límites, el Gobierno y sus
nutrientes mediático-judiciales los corren más todavía. ¿Habrá un punto de inflexión, al
cabo del cual quedaría deducir que ya no pueden continuar sosteniéndose fotocopias de
cuadernos de un ex sargento del ejército exonerado por problemas psiquiátricos que
quemó los originales en una parrilla, alucinaciones de haber visto a Cristina en pijama
recogiendo bolsos con dólares en la residencia de Olivos, búsquedas de bóvedas o
paredes huecas en domicilios allanados en el exacto momento de los noticieros
nocturnos?
No.
No, respecto de la intencionalidad propagandística del montaje y del camino trazado
por un mamarracho judicial que ya no tiene retorno.
Las declaraciones del abogado Mariano Cúneo Libarona deberían haber provocado
una sacudida mediática inolvidable. Nada de eso sucedió.
El letrado es uno de los más emblemáticos del establishment jurídico y de ahí resulta
un quién por delante del qué. Dijo abiertamente que si su defendido Sergio Taselli no
sale en libertad, en breve, “mentirá y va a involucrar a alguno”, porque se trata de
“inventar una confesión” para quedar libre. La siguiente precondición implícita, por
supuesto, es que el invento envuelva a algún ex funcionario kirchnerista. De lo contrario
no vale.
Este programa de radio, jamás interesado por obrar de primiciólogo, adelantó esta
vez el resultado que daban la patria encuestadora y focus group del oficialismo sobre la

opereta de los cuadernos. A una mayoría de la población le importa tres pitos. El
drama de la economía cotidiana no deja lugar para otras repercusiones. Tampoco es
que se requerían fuentes decisivas para corroborarlo. Era obvio, salvo para los macristas
que confiaban en la remake de José López y el convento. Lo que puedan pegar los
cuadernos no les alcanza, sin llegar a tener en cuenta que las derivaciones del caso son
capaces de ser incontrolables para el oficialismo. Montaron una Caja de Pandora con tal
de sacarse de encima al demonio que los amenaza.
El tema es que el Gobierno, con su alianza hasta hoy imperturbable de medios y
magistrados, no tiene regreso. Entre abandonar y profundizar las acciones
despreciables de su guerra comunicativa y tribunalicia, para hacerle de pantalla a los
negociados y/o ineptitud del modelo, no hay matices. Optó por lo segundo. Por hacerle
culto a la fantochada. Es una relación inversamente proporcional entre lo que se cae y
lo que no puede restablecer, porque se agotaron sus argumentos.
De ahí que deba esperarse la ejecución de toda fantasía. Inventar para zafar. Sirve
para tribunales, arrepentidos y construcción mediática.
En términos de credibilidad o resignación masivos, al Gobierno lo sostienen la
consabida ausencia de una oposición política firmemente unificada y un clima de que
son todos iguales aún lateral a que se vayan todos.
Rige la planificación de la infamia, como escribió Horacio González cuando aludió al
discurso de Cristina durante la pantomima senatorial del miércoles pasado. “Era
necesario, porque en una situación de cierre de la racionalidad democrática, sustituida
por el denuesto y la promoción de personajes que condensan con sus flanes caseros el
odio prefabricado en los suburbios más oscuros de la conciencia, alguien tenía que
hablar (…) Piensan desde actos de judicialización a hierro y fuego. Pero leen en revistas
de decoración del hogar. A ver, debajo de la cama; a ver, estos cajoncitos del baño”.
Todo suma.
Lo que pasó mediáticamente este viernes debiera ser estremecedor, aun para quienes
señalan haber perdido la capacidad de asombro.
Mientras los propios datos oficiales admitían que la economía se desplomó en junio
un 6,7 por ciento y el comercio un 8,4, que es la mayor contracción desde 2009
situando a la actividad ya por debajo de 2015, los medios hegemónicos literalmente
ignoraron el tema. No es una figura descriptiva. Es el retrato objetivo de una
invisibilización absoluta, tomados prácticamente todos los diarios de papel y portales
que acompañan al Gobierno junto con los sumarios principales de las radios, canales y
señales televisivas de igual signo.
Sólo seguía existiendo la tragicomedia de los allanamientos a Cristina, mechada de
lejos o cerca con los flanes de Alfredo Casero, las confesiones hot de Nicole Neuman,
un proyecto esloveno para remodelar la Bombonera o la guerra de escritorios en la
Conmebol.
Ni siquiera adquirían relevancia los nuevos récords de la cotización del dólar, para no
hablar del ninguneo a que la misión del FMI prolongó su estadía. Fue debido a este
desastre ya promotor de solicitarle perdón, el waiver, por el seguro incumplimiento de
las metas comprometidas a tres meses de haber recurrido a su escupidera.
Como único aporte surrealista acerca del derrumbe y del camino al default que
también citan hace semanas los gurús de la ortodoxia, sí figuró en algún lugar apartado

la frase de Macri en declaraciones a una radio santafesina. Auguró que el escándalo de
los cuadernos seguramente llevará a profundizar la recesión. Inmortal.
La cadena nacional masturbatoria en torno de esos cuadernos lleva casi un mes. Para
entendernos mejor, por las dudas, una cosa es la costumbrística de no dirigirle la
palabra mediática al estado de aniquilamiento en las universidades públicas, los paros
docentes, la explosión de una escuela con dos muertos, sin entrarle a las cadenas de
despidos, suspensiones, las pymes exangües que no pueden afrontar los tarifazos y la
caída del consumo, el crecimiento de la gente en situación de calle. Es una lista
repugnante que parece interminable, porque no hay un solo indicador, no ya del
presente sino del futuro de mediano plazo, que brinde la más mínima esperanza de
recuperación.
Otra cosa es que directamente pasen por encima de la información macroeconómica
básica, como les gusta decir a los capitanes mediáticos.
Bien que con un desparpajo de calificación improbable, porque se necesita mucha
cara para decirlo de repente después de haber apoyado un proceso sin otro destino que
éste, los economistas otrora fanáticos o simpatizantes del macrismo advierten ahora
que bajar el déficit fiscal no es un plan económico. Es una retórica para la gilada.
Hará falta una infinidad de cuadernos para tratar de mantener eso.
MARCA DE RADIO, sábado 25 de agosto de 2018.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Estudios Económicos

Una Marca

“El Turco”